miércoles, 21 de julio de 2010

El Río.

Arteria de vida de nuestro planeta.

La base de nuestras tierras es de fuego. El fuego, que se aplacó con el agua de los mares y con el tiempo, la vida de esos mares, se hizo roca y... el fuego se hizo roca también.


La roca, subió hacia los cielos y en los cielos, se empapo del rocío de las nubes y del frio eterno de las nieves.




Hoy, ese fuego y esos mares le dan la vida a nuestros ríos.  Cuantas veces nos preguntamos, cuál es el misterio de nuestros ríos. Esa diversidad de insectos, la salud de los sus seres nativos... sus salmónidos; la capacidad de recuperación del sistema, ante la irracionalidad; la salud y cristalinidad de sus aguas, desde las frías escaleras de un arroyo, hasta los lazos entrelazados de los rápidos... en los valles; la magia de las aguas cordilleranas, el vientre misterioso de los ríos de montaña.  Cuanta vida, cuanta energía utilizada en constante cambio.

Las incansables e innumerables reacciones, sucediendo ... mientras estamos frente a ellos. Tan ajenos.
La gravedad, los arrastra desde los antiguos mares. Desde la majestuosa Cordillera de los Andes hasta el agua salina del Atlántico.  Es un todo, un sistema complejo que se necita el uno al otro.


Los océanos antiguos y fósiles que duermen sus fantasmas en las alturas, separados de sus aguas desde hace millones de años, pasan frente a nosotros por los ríos del planeta. Regando vida.


Distribuyendo la energía almacenada en los enlaces químicos de los minerales. Pasan frente a nosotros y se alejan en el horizonte,  por kilómetros para después de cumplir su función, volver a donde pertenecen, al exacto lugar en donde surgió la vida, al agua salina de los mares.


El mar le dio vida a la tierra y la tierra le entrego nuevamente la misma vida al mar, desde  siempre, un  vinculo... una alianza, el río. Las arterias de nuestra  tierra.


Los salmones, al ascender por torrentes y cascadas,  se nutren del mar, y ascienden con el máximo esfuerzo. El objetivo de perdurar, quizás ellos no lo sepan, pero tienen otra función elemental.  El transportar en su interior, la energía que necesita el bosque boreal,  para generar el mismo oxigeno que consumimos nosotros y todos los seres del planeta.

Son los glóbulos rojos que nuevamente a través de esas arterias ... los ríos,  nutren  de sangre de vida,  el pulmón que nos sustenta. Su propia sangre... el rojo que se derrama cuando llegaron finalmente a su meta. 


Es un razonamiento fractal pero es así, la naturaleza se repite a cualquier escala, se basa en leyes y juega siempre en la delgada línea entre la vida y la muerte.

Cuantas veces perturbaron con sus manos el lecho de algún arroyo, y al remover la roca, se admiraron por observar una amplia diversidad de especies, todos esos insectos que nos abren la mente y la imaginación a la creación de plagiarlos con plumas.


Cuantas veces nos preguntamos el por qué de su existencia y en esa magnitud.


Engordando a los preciados peces introducidos, viajeros incansables que pueblan hasta la mínima vertiente. 


Cuando vemos esa vida, sentimos el frio del rio por todo nuestro ser, sentimos su latir en nuestras manos humedecidas, nos estremece, nos sana, lava nuestros pensamientos y ellos se van con él... en su largo recorrido. 


Al observar esa vida pensamos en aquellos mares, pensemos que los delicados plecópteros tienen que ver con ellos, en su aporte alcalino a las aguas y con la tectónica de placas. Este delicado detalle  mínimo, efímero y delicado... como el insecto que hoy rompe la tensión superficial de las aguas, está relacionado con el movimiento de los continentes y con la enorme energía que les da ese movimiento.


Miremos al río, estando en su rivera, acercándonos con cautela,  levanten una roca del lecho, observen esos insectos, los mismos que nutren a sus preciados salmónidos,  al mirarlos, admiren su belleza.  Ahora... levanten la vista;  están rodeados de roca y montaña, ya saben de sus orígenes, conocen de su importancia, observen el brillo del río que se aleja en el horizonte, ya saben adónde se dirige y cuál es su función, son el eslabón. 


Al legar al río... antes de estirar las líneas, tememos el tiempo para observar, para meditar.
Cuidemos   nuestros ríos. Ellos  son las arterias de vida de nuestro planeta y este es nuestro único hogar. END

Director Brown Trout Argentina


Autor: Sebastian Pagano
Fotografía: Sebastian Pagano
Contexto: Jorge Aguilar Rech.


Contenido protegido por
BROWN TROUT ARGENTINA COPYRIGHT 2.010.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Demasiado arte para un trabajo científico.
    Bellísima poesía para quienes sepan apreciar.
    Como oler un campo recién llovido, un buen vino, o una hermosa mujer. recomiendo demoren unos segundos y lean. hace bien al alma

    ResponderEliminar