sábado, 3 de diciembre de 2011

Efecto Cenizas. Mitos y Realidades.

La erupción volcánica del sistema Puyehue-  Cordon Caulle ocurrida el día 4 de Junio del corriente y la continua  emisión de cenizas ha motivado la aparición de numerosas noticias  relativas a los posibles efectos de su deposición sobre los cuerpos de  agua y, en particular, sobre los peces que los habitan. 


Una gran  parte de la información volcada a los medios de difusión masiva  sostiene, en mayor o menor medida, que los peces y la reproducción  natural en la zona se verían significativamente afectados y que ello  daría lugar a una pobre temporada de pesca recreacional el próximo  verano. Incluso estas informaciones han llegado a aventurar posibles  efectos negativos a largo plazo, indicándose que se podría ver reducida  la calidad de la pesca durante temporadas futuras.

Esta información, sumada a la genuina preocupación de quienes frecuentan los ambientes  con motivo de la práctica de pesca, impulsó una reunión que coordinó la  intendencia del Parque Nacional Nahuel Huapi donde se analizó la  temática. Del encuentro participaron personal Jerárquico, Técnico y  Guardaparques del PN Nahuel Huapi y Delegación Regional Patagonia de la  APN, especialistas en evaluación y manejo de peces de la Universidad  Nacional del Comahue, representantes de la Asociación de Guías de Pesca y  miembros del Club de Caza y Pesca Nahuel Huapi.

En base a  diferentes resultados de acciones de monitoreo de los distintos  organismos, salidas de evaluación de las poblaciones peces y de nutridas  observaciones de campo, se evaluó el estado de situación actual y lo  acertado o no de la información que ha circulado sobre efectos de esta  erupción en los peces. Como resultado se pudo establecer que la  información que ha circulado fue, al menos, alarmista y no se encuentra  basada en datos concretos de monitoreos ni evaluaciones integrales con  metodologías apropiadas de análisis, fundamentándose principalmente en  especulaciones personales sobre escasas observaciones puntuales. 



Para  entender esta última aseveración hay que considerar diversos aspectos.  Entre ellos es importante mencionar que los posibles efectos de la  ceniza sobre los peces dependen de la cantidad y características del  material que cae en un sitio determinado. En tal sentido las zonas  cercanas al punto de erupción y bajo influencia directa del viento  recibirán cantidades mayores de material que sitios alejados y así los  eventuales efectos son diferentes en el área afectada. 

Si  consideramos la cabecera de la gran cuenca del río Limay y la ceniza  caída en sus distintos sectores, vemos que los ambientes cercanos al  volcán (ej. Brazo Rincón del Lago Nahuel Huapi y Lago Espejo) han sido  más afectados que otros sectores y ambientes cercanos (ej. brazos Blest y  Tristeza del Lago Nahuel Huapi y Lago Gutiérrez) donde llegó menos  material volcánico. Este patrón se ve claramente también en los arroyos,  donde el efecto de las cenizas disminuye rápidamente hacia el Este y  Sur de la cuenca.

La situación descripta entre sectores de la misma  cuenca implica una disminución de los impactos sobre los peces que, por  su alta movilidad, se desplazan y alejan temporalmente de los sitios más  afectados a ambientes más estables y menos comprometidos (ej. de  arroyos a lagos). La ausencia de mortalidades masivas de peces en la  alta cuenca y aun en los sitios más afectados luego de la caída de  cenizas apoya lo mencionado arriba. Adicionalmente, distintos análisis  de muestras de peces de varios sitios de la cuenca indican que los  mismos se encuentran en muy buen estado sanitario.


En cuanto a los  posibles efectos en la producción de nuevas generaciones de peces hay  que considerar nuevamente el efecto diferencial sobre toda la cuenca.  Como ya se mencionó una gran parte de los arroyos de la misma (ej. los  arroyos del sistema del Catedral que desaguan hacia el lago Gutiérrez o  el propio lago Nahuel Huapi) no han sido severamente afectados. 

Dado que  los salmónidos en el lago Nahuel Huapi y otros ambientes de la alta  cuenca no muestran fidelidad a determinados arroyos y que existe un  conjunto común de especies cabe esperar que los sitios más afectados no  sean utilizados para la reproducción esta temporada y los peces desoven  en sitios alternativos. Por otra parte la eventual pérdida de ejemplares  (por migración o muertes) en los ambientes más afectados será  compensada por repoblamiento desde lagos y ríos de mayor caudal que  pertenecen a la cuenca.

Algunas notas han enfatizado la necesidad de comenzar a sembrar salmónidos en forma  urgente para “reparar el supuesto daño”. Sin embargo no consideran que  si hubiera habido efectos negativos en determinados ambientes sobre los  peces también debería esperarse un impacto aun más severo sobre los  invertebrados de los que dependen para alimentarse (por su mayor  susceptibilidad y menor capacidad de migración). Entonces qué sentido  tendría sembrar juveniles si no hay alimento para ellos, además los  peces sembrados competirían por el alimento con los que hubiera en el  ambiente con consecuencias negativas para ambos grupos de peces.

Un aspecto importante a considerar es que pescas de monitoreo realizadas con equipos  de pesca deportiva durante Septiembre por la Asociación de Guías de  Pesca y miembros del Club de Caza y Pesca Nahuel Huapi acompañados por  personal del PN Nahuel Huapi, puso en evidencia la presencia de peces  saludables en diversos estadios de reproducción en lagos, y ríos de la  zona (incluso en áreas muy afectadas).

También se observó que algunos  de los principales sitios de desove del río Limay y de arroyos de la  cuenca no se vieron mayormente afectados, comprobándose la presencia de  una nutrida población de peces en los mismos.



Un aspecto muy  relevante a considerar es que en los múltiples análisis de muestras de  agua desde el inicio de la caída de cenizas no se registran cambios  significativos en los principales parámetros químicos y físicos que  pueden afectar a los peces. Es decir que los efectos negativos  principales de las cenizas se pueden relacionar con su presencia física y  no con otros elementos que ellas pueden acarrear y eventualmente  depositar en el agua. 

Esto apoya los resultados de las prospecciones que  no han demostrado la existencia de mortandades masivas que se podrían  asociar a cambios bruscos de las condiciones del agua. Esta situación  difiere de lo observado en varios  ríos de Chile cercanos al volcán donde se produjo un gran incremento de la temperatura del agua (más de 20º en algunos casos) que provocó importantes mortalidades de peces.

Si  bien no se han registrado efectos significativos sobre los peces desde  que se inició la erupción, cabe preguntarse cuál será el efecto a  mediano y largo plazo de este evento. Ante esta pregunta debemos  considerar algunos de los efectos principales sobre los lagos, ríos y  arroyos.

Una de las principales modificaciones en los lagos se halla  relacionada con las cenizas depositadas en la superficie del mismo, ya  que una parte de estas flota y es eventualmente arrastrada o depositada  en las orillas, otra fracción sedimenta hasta el fondo y una tercera  fracción entra en suspensión y tardará un tiempo considerable en  sedimentar. Esta última es la responsable del cambio de coloración y de  la disminución de la transparencia del agua lo que puede tener como  principal efecto biológico una disminución de la producción del  fitoplancton. Este grupo de organismos es el alimento de base de toda la cadena alimentaria. Es decir es el alimento de los invertebrados y peces pequeños  de los que a su vez se alimentan los grandes peces (ej. truchas y  percas). 


Por lo tanto si se mantiene mucho tiempo el sedimento en el  agua podría disminuir la producción de fitoplancton afectando a mediano y  largo plazo, a toda la cadena alimentaria y disminuyendo la abundancia o  la condición de los peces. Sin embargo también hay que considerar que  las cenizas volcánicas pueden tener un efecto inverso (fertilizador),  por el cual la producción del fitoplancton se puede ver aumentada. De  esta forma en varios lagos del hemisferio norte se ha visto un  incremento de todos los grupos en años posteriores a erupciones  volcánicas, generando aumentos del número y tamaño de algunas especies  de peces de valor deportivo.

En relación a los ríos y arroyos el  efecto primario negativo sobre los organismos dependerá del continuo  arrastre y deposición de cenizas en los fondos. De esta forma la taza de  depósito, los volúmenes de ceniza, la velocidad de la corriente, tamaño  del cauce, así como la distancia y localización con respecto al centro  de emisión serán importantes para atenuar o no el efecto de la ceniza en  estos ambientes. 

Es esperable que en las inmediaciones al sitio de  emisión del volcán los ríos y arroyos menores se despueblen temporalmen te por migración de peces hasta que los volúmenes de material arrastrado sean menores. También se puede observar en algunos arroyos una aparente merma en las abundancias de algas e invertebrados que requiere mayores  estudios para evaluar su evolución ya que de ellos dependen los peces  –principalmente los juveniles-. Aunque esto fuese así, es esperable una  rápida recuperación de las poblaciones de algas e invertebrados en  los arroyos ni bien disminuya el arrastre y el depósito de material con  la consecuente recuperación también de las poblaciones de peces.

Cabe mencionar además que tanto los peces nativos como los introducidos en Patagonia  han evolucionado en contextos geológicos donde sus antepasados han sido  sometidos en múltiples ocasiones a este tipo de episodios. Es por este  contexto histórico que cabria esperar que cualquiera haya sido el efecto  sobre los mismos eventualmente se recuperen naturalmente, máxime  teniendo en cuenta como ya se mencionó que el efecto mayor es sobre una  porción de la cuenca.

Por lo expuesto es claro que los efectos de  esta erupción sobre las  poblaciones de peces de la cuenca del río Limay  no representan en la región un fenómeno puntual y que, si bien se puede  extender en el tiempo, no se puede predecir en este momento el impacto  global -positivo o negativo- para la conservación y las pesquerías recreacionales de la región. Es por eso que no se deberían implementar supuestas medidas de recuperación de las poblaciones de peces sin que se completen los estudios pertinentes sobre  el estado actual y evolución futura de las poblaciones. La  implementación de medidas de este tipo tomadas sin evaluación pueden ser  contraproducentes para el ambiente y las poblaciones de peces afectando  gravemente las pesquerías recreacionales de esta importante cuenca.

La  pregunta entonces es: ¿qué hacemos?. En principio es necesario  establecer el grado y tipo de efecto para los peces en distintos  ambientes y monitorear la evolución de dichas poblaciones en el tiempo.  Solo así se podrán establecer medidas de manejo, con probabilidad cierta  de éxito, sin desperdiciar recursos en medidas no conducentes y hasta  eventualmente adversas para la conservación del recurso. 


En tal  sentido, en la gran cuenca del río Limay hay una serie de planes en  marcha donde se están evaluando y monitoreando las poblaciones de peces.  Así grupos técnicos y de investigación de la Universidad Nacional del  Comahue e INIBIOMA, el CEAN, la Dirección General de Biología Acuática  de Neuquén, la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas, el Parque  Nacional Nahuel Huapi y la Delegación Regional Patagonia de la APN están desarrollando trabajos en relación a diversas temáticas tales como  calidad de aguas, tramas tróficas de lagos y ríos, poblaciones de peces y el impacto de las cenizas sobre distintos componentes. 

Estos proyectos  de corto, mediano y largo plazo brindarán conjuntamente la información  necesaria para el correcto manejo de los recursos acuáticos de la región  basados en datos sólidos y no en especulaciones y/o aproximaciones no  técnicas.END



Autores: Dr Leonardo Burial de la Administración de Parques Nacionales. Dr Pablo Vigliano de la Universidad Nacional del Comahue. 
Consultor: Daniel Wegrzin
Fotografía: Jorge Aguilar Rech, Gustavo Ambrosino, Fernando Riera.
Edición:Jorge Aguilar Rech.
Fuente: La Angostura Digital.

martes, 28 de junio de 2011

Leyendo ríos.

El agua en que las truchas viven, se alimentan y se reproducen es el elemento más importante en sus vidas y las de sus alimentos. Los pescadores con mosca deben estudiar el agua detenidamente antes de que puedan entender a las truchas y su alimentación.

No existen dos ríos ni lagos iguales, pero todos tienen ciertas similitudes. La cantidad de agua y su calidad química influyen en la cantidad y tamaño de las truchas que las habitan. Esto depende, en gran parte, de la cantidad de comida generada anualmente por el volumen y la riqueza de los ríos o lagos. La fuente de la que proviene el agua y con qué elementos del medio ambiente entra en contacto, determinan cuales serán estas propiedades. Por ejemplo, las aguas provenientes de deshielo, vertientes y esteros, serán radicalmente diferentes en su composición química y pH.

Los minerales del suelo disueltos y los componentes orgánicos provenientes de plantas y animales muertos que se hayan en el agua reaccionan ante la luz solar, la temperatura y el aire creando así un ambiente, que puede o no ser propicio, para las truchas y su cadena alimenticia. El gran esquema de una corriente viva se forma por la utilización del agua, sus componentes químicos disueltos, energizados por el sol, crean vida. Comenzando por los más simples animales y plantas de una célula, se genera una serie de cada vez más complejas formas de vida para crear la cadena alimenticia de animales y plantas. Las truchas se encuentran en lo más alto de estas cadenas. Existe un equilibrio natural o evolución para esto, si es que el hombre no interfiere seriamente con los procesos de adaptación de las especies. Esta adaptación natural al ambiente acuático es bastante lenta pero produce una verdadera marca genética en las especies que sobreviven y prosperan. La adaptación a los componentes químicos, temperaturas extremas, enfermedades, parásitos, depredadores y tipos de alimento es poco menos que un milagro. El pescador que reconoce estos mecanismos se ve enriquecido, recompensado y, ciertamente, iniciado en el camino de convertirse en un conocedor de las truchas y sus alimentos.

Tipos de aguas. 

Las aguas que generan ríos y lagos trucheros provienen de la condensación de las aguas del mar. Esta condensación se origina en el océano y luego se traslada hacia la tierra en forma de lluvia o nieve. Luego fluye hacia los ríos y lagos en forma directa o indirecta, empujada por la fuerza de gravedad hacia una intrincada red de corrientes. Así se forman los ríos y lagos y, eventualmente, el agua vuelve al mar para volver a reciclarse.

Las aguas que bajan de las montañas se mueven a un ritmo, velocidad y diseño determinados por la forma de la tierra por la que atraviesa. Todas las aguas que fluyen desarrollan las mismas propiedades físicas generales, más allá del tamaño de la corriente.

Éstas son comúnmente llamadas riffles, correderas (runs), pozones (pools), aguas bajas y chatas (flats) y colas (tails), y aparecen naturalmente en este orden. Inclusive el agua en canales rectos de cemento, arrastrando partículas de sedimento, desarrollará esta estructura física. La variación de la pendiente y la fricción generada por la resistencia que el fondo hace la corriente, determinan el tamaño y la frecuencia de las mencionadas características.

Para cada pendiente existe una variación en la velocidad de la corriente debido a la fricción del agua contra sí misma y la superficie estacionada que esta atraviesa. En un arroyo hay una disposición común de la velocidad de la corriente, siendo ésta más rápida en la superficie (donde se encuentran el agua y el aire) y más lenta en el fondo, donde la resistencia del lecho del río es mayor. Esto ocurre en cada parte del río donde el agua puede correr. Estas variaciones son uno de los factores más importantes que usted puede conocer sobre una corriente. Contiene la clave para conocer como la mayoría de las distintas formas de vida viven ahí dentro.




Diagrama vertical de las velocidades de flujo de agua en las principales
estructuras de un río ( de A a D: de mayor a menor velocidad; E: flujo retrógrado)

Cada parte del río representa un gradiente o fondo en particular que es la causa de la reacción del agua. Sedimento, arena, grava, pequeñas piedras y estructuras terrestres (como árboles y arbustos) son los materiales con los que se construye la anatomía de los ríos. Este patrón de corriente tiene una forma muy parecida a la de una ola.
A: riffle (rápido); B: corredera; C: pozo; D: cola



La vegetación acuática aparece en el río en la medida que las propiedades del agua lo permiten. Cuando las condiciones son favorables, se establecen las plantas acuáticas y forman la última de las estructuras anatómicas importantes que dan forma al río. Sin embargo, la fluctuación del agua, su claridad (transmisión de la luz solar), componentes químicos y las estaciones tienen gran influencia sobre el crecimiento de las plantas. Las plantas más simples (algas) son las primeras en establecerse. Luego las siguen aquellas más complejas según los requerimientos de cada una. Los arroyos ubicados a gran altura, originados por agua de deshielo rara vez alojan vegetación compleja. Arroyos de pradera y arroyos de aguas quietas (spring creeks), por tener corrientes más lentas y tranquilas, comúnmente están superpoblados de plantas acuáticas y terrestres.

Las plantas son sumamente importantes para la salud de las aguas y crean un ambiente fértil para las truchas y sus alimentos. Son una de las dos fuentes principales de oxígeno puro y absorción de dióxido de carbono. Un lago o río sin plantas acuáticas es un lago o río de aguas muertas.

El conocer los tipos de aguas y las propiedades particulares de cada una le dará al pescador con mosca claves para la elección del artificial indicado. Cada sección del río tiene viviendo en ella tipos de alimentos distintivos, según la adaptación de los mismos. Las ninfas nadadoras o rastreras de mayfly que viven en las rápidas corrientes de las correderas son reemplazadas en los pozones por mayflies amadrigadas. Las stoneflies necesitan aguas rápidas y muy aireadas para sobrevivir, por eso es raro encontrarlas en abundancia en las aguas profundas o lentas de las correderas, pozones, flats o colas.

Los alimentos de mucha movilidad como los peces forrajeros y scuds, se trasladan diariamente hacia donde encuentren las mejores condiciones de agua y alimento.

La parte del río que tiene el mayor pendiente en el fondo (diferente a la de un rápido) es comúnmente llamada riffle. Esta pendiente provoca que el agua se mueva rápidamente. Los riffles normalmente son turbulentos debido a la resistencia del agua para comprimirse al chocar contra grandes obstáculos del fondo, tales como rocas o piedras bocha. Normalmente, el agua en estos sectores del río es más baja y estrecha comparada con el agua río abajo. Es similar a la diferencia que existe entre la cresta y la base de una ola.

La mayoría de los riffles de los ríos trucheros pueden reconocerse por su superficie irregular, cortada, encrespada y de movimiento rápido. Las rocas, piedras bocha, y otras obstrucciones de la superficie hacen que el agua se revuelva y se llene de aire. En general son zonas ruidosas y brillantes que parecen bailar a la luz del sol.

Los riffles purifican el agua filtrándola. Expelen el exceso de gases como el dióxido de carbono producido por la rotura de las plantas y los deshechos animales. También, el agua recibe oxígeno y otros gases del aire. Esta hipercirculación promueve el establecimiento de las mayores colonias de alimentos de truchas, tales como insectos acuáticos, peces forrajeros, caracoles y crustáceos. Solo las grandes camas de vegetación acuática son tan ricas en alimentos trucheros como los riffles.

Excepto que los riffles sean excesivamente profundos y turbulentos, en ellos pueden vivir truchas de todos los tamaños ya que fácilmente pueden estacionarse en los lugares calmos cerca del fondo (detrás o al frente de grandes rocas, piedras bochas, camas de musgo o troncos). Las truchas en el agua son como pájaros en el aire, ajustando sus aletas dorsales pueden literalmente nadar en el agua.

Con sus aletas pectorales pueden navegar en la corriente. Si el riffle es demasiado claro como para tener lugares reparados, las truchas solo se moverán hacia él temporalmente para alimentarse.

Mire un riffle con o sin lentes polarizados y estudie su superficie y la estructura sumergida. Mire la línea de burbujas, los vectores de corriente y los cambios de colores. Todas estas son claves para determinar que está pasando en el riffle. Intente pensar "verticalmente". Un buen ejercicio es el de elevarse sobre el agua lo más posible para poder leer la superficie del agua y debajo de ella. El estar parado al mismo nivel o dentro del agua, elimina una o dos dimensiones de su perspectiva. El agua resulta engañosa en ese ángulo, el reflejo de la superficie y su chatura confunden y hacen que se pierda la noción de profundidad y distancia. Cuanto más alto sobre el agua pueda ir, más recuperará estas dos dimensiones. Incluso se reduce considerablemente el reflejo en la superficie.




Trate de mirar y entender porque el agua se mueve de determinada manera. Intente vadearla hacia delante y hacia atrás usando sus pies para "ver" el diseño del fondo. Mejor aún, unas antiparras le ayudaran a ver debajo de la distorsionada superficie y a obtener una clara y verdadera imagen de lo que hay allí abajo.

Esto es leer el agua en su forma más básica. Una vez que haya hecho este tipo de observaciones en varios ríos, y no solo en los riffles sino en todas las secciones de un río, podrá relacionar acertadamente lo observado con cualquier arroyo o río. De hecho, una vez que haya entendido la relación natural que existe entre el movimiento del agua y el fondo del río, podrá imaginar con gran aproximación como es la estructura del agua y el fondo en un río donde el agua sea absolutamente turbia.

La sección del río que comúnmente sigue a un riffle es la corredera. Aquí el agua se hace más profunda y lenta a medida que se acerca aguas abajo a la próxima sección, el pozón. El cauce puede ser más cerrado o más abierto que el riffle pero siempre será más profundo y lento.

Aquí la turbulencia será menor como resultado del efecto producido por las aguas más profundas. En la superficie se verá el típico movimiento de oleaje provocado por la velocidad y turbulencia del riffle y la presión hacia atrás del pozón.

El color del agua se oscurece a medida que el agua se vuelve más profunda. Si no hay protuberancias en la superficie, busque objetos oscuros en el fondo o remolinos de agua provocados por objetos tales como piedras o salientes que puedan darle un indicio de cómo es el fondo.

La corredera es una zona especialmente importante para alimentación y estacionamiento de las truchas, sobre todas las más grandes del río. La profundidad, lentitud y corrientes menos turbulentas hacen que esta zona sea, después de los riffles, casi perfecta para las truchas. No hay nada como encontrar una larga y tranquila corredera llena de truchas alimentándose. Estas truchas son comúnmente las más fáciles de pescar con cualquier tipo de mosca.

La zona más profunda y abierta de un río es el pozón. Se encuentran justo después de la corredera y el riffle. Los pozones se originan por la turbulencia erosiva en periodos de mucho agua. Como el pozón es normalmente más amplio y profundo que otras partes del río, el agua corre más lenta llegando a veces hasta retroceder dependiendo de la cantidad de agua que traiga el río.

Observar particularmente la pendiente de las costas de los pozones puede darnos mucha información sobre sus fondos, formas y profundidades. Normalmente, los ríos trucheros de mucha pendiente tienen grandes irregularidades geográficas como montañas, lomas y salientes. El agua corre a sus lados y el pozón tendrá un banco alto y una zona chata o banco bajo. El lado más alto será generalmente más profundo, por donde pasará la mayor parte de la corriente. El lado bajo será mucho más lento y arrastrará más limo, grava y sedimentos terrestres, lo que lo hará menos profundo aún.

Las truchas se encontraran en distintas profundidades (arriba, al medio o bien abajo) del pozón dependiendo de la disponibilidad de comida, protección y las estaciones. Normalmente patrullaran con un patrón determinado durante el periodo de alimentación. Es común que se muevan río arriba o abajo del pozón si es que allí encuentran más comida disponible, y después de alimentarse vuelvan al mismo.

Se conoce como flat a la zona que se encuentra a un lado o entre el pozón y la cola. Es una parte calma y baja del río. Aunque se trata de una zona rica en alimentos las truchas no la frecuentan tanto como a otras zonas, sobre todo durante el día. Los flats se forman de la misma manera que un delta, producto del desplazamiento del pozón por la turbulencia del riffle. La acumulación de arena, limo, grava, vegetación acuática y terrestre debido a la poca corriente, levanta el fondo. La sedimentación provoca que el agua se esparza. Los ríos de mucha pendiente no tienen aguas chatas extensas ni de manera regular. Los mejores flats se encuentran en los ríos de aguas tranquilas (spring creeks), ríos de llanura y en los grandes ríos.

Durante la noche o de día durante una eclosión excepcional, las truchas recorren los flats para alimentarse. Son lugares difíciles de pescar durante el día ya que debemos ver una trucha recorriendo e intentar interceptarla con una mosca. Los flats más sobresalientes que he pescado son los del río Henry's Fork, en Idaho.

La última parte de la anatomía de un río es la cola. Es la parte baja y estrecha que viene luego del pozón o del flat. También se la llama "slick" (resbaladizo) por su superficie, ya que cuando no es perturbada por piedras bochas o ripio, tiene una apariencia aceitosa.

Las colas son zonas interesantes para estudiar y fascinantes para pescar. Muestran claramente sus fondos y resulta sencillo ver los peces alimentándose. La convergencia de la corriente del pozón, una primera acelerada antes del riffle, la convierte en una excelente zona de alimentación. Por el característico labio que se forma justo antes de comenzar el riffle los peces pueden deslizarse o alimentarse y salir disparados fácilmente hacia arriba o hacia abajo de la corriente buscando protección. La corriente suave y constante hace de la cola un lugar tranquilo donde las truchas más grandes pueden estacionarse y buscar comida de un lado a otro.

Pero, sin embargo, las colas son la pesadilla de los pescadores con mosca. Resulta extremadamente difícil controlar la deriva y el drag de una mosca ya que la aceleración de la corriente causa estragos. La línea, el líder, el tippet y la mosca casi siempre están en corrientes de diferentes velocidades. Las mejores presentaciones son río arriba, río abajo o apenas a través de la corriente. Presentar la mosca sin precisión y corregir demasiado a línea en aguas calmas asustará a la mayoría de las truchas.

Además de ser un buen lugar para alimentarse, las colas son zonas elegidas para el cortejo y desove. Las truchas eligen las colas para armar sus nidos (camas) y depositar sus huevas porque ofrecen las mejores ventajas para un exitoso depósito, fertilización e incubación de las mismas. En consecuencia, justo antes y durante la temporada de desove encontraremos muchas truchas adultas en la zona de las colas.

Es una característica de las truchas remontar los ríos donde residen hasta arroyos o secciones más pequeñas de los ríos donde el agua es más adecuada para el desove y supervivencia de los alevines. Aún en estos arroyos, las colas son los lugares más elegidos para desovar.

Sin importar cuan grande sea el río ni cuan pequeño el arroyo, todas las corrientes tienen estas zonas distintivas (riffle, corredera, pozón, flat y cola). Resultan extremadamente importantes para la vida de las truchas y sus alimentos, y por lo tanto deben ser uno de los temas principales de estudio del pescador con mosca.


Autor: Fragmentos del libro "Guide to Aquatic Trout Foods" de Dave Whitlock
Edición y Traducción: Manuel Ocampo.
Post edición: Jorge Aguilar Rech.


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